Mi tan querido Ingmar Bergman es autor de varios guiones de cariz autobiográfico, que han sido llevados al cine por otros directores. Entre ellos se encuentra el guión de Enskilda Samtal, vertido delicadamente en imágenes por Liv Ullmann. En una escena de gran altura filosófica, el anciano Jacob dialoga con su atribulada sobrina Anna. “Inscrita en lo sagrado está la verdad”, le dice Jacob, “y no se puede cometer un acto violento contra la verdad sin sufrir o sin hacer sufrir”.
Viene esto a colación por recientes declaraciones de la joven Bibiana Aído, ministra de Igualdad. En una entrevista concedida ayer a la cadena SER ha afirmado que un feto de 13 semanas, concebido por seres humanos, “no es un ser humano” sino sólo “un ser vivo”. Desde el ministerio de Igualdad se habría conectado después esas declaraciones con el manifiesto En contra de la utilización ideológica de los hechos científicos. En dicho manifiesto se afirma que “el momento en que puede considerarse humano un ser no puede establecerse mediante criterios científicos”.
No me extraña la polvareda que las declaraciones de Aído han levantado en la comunidad científica. Uno de los grandes problemas de nuestro país es el bajo perfil del sistema educativo, debido a las múltiples reformas y al sucesivo torpedeo a la cultura de la ciencia, el esfuerzo y el mérito. Por desgracia y antes del plazo previsto, los frutos de la degradación educativa han llegado ya al cuerpo ministerial. Padecemos desde hace años los efectos de una proverbial ignorancia de distintos ministros, que han sembrado la desunión entre la ciudadanía con declaraciones y actuaciones destinadas a alimentar pugnas ideológicas que España no necesita en este momento tan grave.
De esa laya son las afirmaciones de ayer de Bibiana Aído. Me parece inaudito que una persona con tal responsabilidad –y en asunto tan grave– se descuelgue con un error de ese calibre. No nos encontramos en el siglo XIII, en el que el relativo desconocimiento empírico del desarrollo del feto y las sólo especulativas nociones en torno a la herencia podían suscitar algunas ambigüedades sobre la generación humana. No. Somos los herederos de los trabajos genéticos de Mendel y De Vries, de la estructura helicoidal del ADN de Watson y Crick, de la secuenciación del genoma humano. Desde el punto de vista biológico y genético no cabe duda sobre la pertenencia del embrión a la especie humana.
Las consecuencias de nuestro conocimiento sobre el embrión en el plano moral son de hondo calado; tuvimos ocasión de debatirlo hace algunas semanas en este mismo blog. Quizá para evitar esas consecuencias, la ministra de Igualdad se ha visto forzada a cerrar los ojos ante la verdad. Pero no se puede cometer un acto violento contra la verdad sin sufrir o sin hacer sufrir. Ése es su error, y nuestro drama.
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En la imagen: cartel anunciador de Encuentros privados (Enskilda Samtal, Suecia-Noruega 1997).
Viene esto a colación por recientes declaraciones de la joven Bibiana Aído, ministra de Igualdad. En una entrevista concedida ayer a la cadena SER ha afirmado que un feto de 13 semanas, concebido por seres humanos, “no es un ser humano” sino sólo “un ser vivo”. Desde el ministerio de Igualdad se habría conectado después esas declaraciones con el manifiesto En contra de la utilización ideológica de los hechos científicos. En dicho manifiesto se afirma que “el momento en que puede considerarse humano un ser no puede establecerse mediante criterios científicos”.
No me extraña la polvareda que las declaraciones de Aído han levantado en la comunidad científica. Uno de los grandes problemas de nuestro país es el bajo perfil del sistema educativo, debido a las múltiples reformas y al sucesivo torpedeo a la cultura de la ciencia, el esfuerzo y el mérito. Por desgracia y antes del plazo previsto, los frutos de la degradación educativa han llegado ya al cuerpo ministerial. Padecemos desde hace años los efectos de una proverbial ignorancia de distintos ministros, que han sembrado la desunión entre la ciudadanía con declaraciones y actuaciones destinadas a alimentar pugnas ideológicas que España no necesita en este momento tan grave.
De esa laya son las afirmaciones de ayer de Bibiana Aído. Me parece inaudito que una persona con tal responsabilidad –y en asunto tan grave– se descuelgue con un error de ese calibre. No nos encontramos en el siglo XIII, en el que el relativo desconocimiento empírico del desarrollo del feto y las sólo especulativas nociones en torno a la herencia podían suscitar algunas ambigüedades sobre la generación humana. No. Somos los herederos de los trabajos genéticos de Mendel y De Vries, de la estructura helicoidal del ADN de Watson y Crick, de la secuenciación del genoma humano. Desde el punto de vista biológico y genético no cabe duda sobre la pertenencia del embrión a la especie humana.
Las consecuencias de nuestro conocimiento sobre el embrión en el plano moral son de hondo calado; tuvimos ocasión de debatirlo hace algunas semanas en este mismo blog. Quizá para evitar esas consecuencias, la ministra de Igualdad se ha visto forzada a cerrar los ojos ante la verdad. Pero no se puede cometer un acto violento contra la verdad sin sufrir o sin hacer sufrir. Ése es su error, y nuestro drama.
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En la imagen: cartel anunciador de Encuentros privados (Enskilda Samtal, Suecia-Noruega 1997).
5 comentarios:
Sabía que ibas por ahí. Te lo agradezco. Qué difícil es luchar contra la mediocridad cuando se esconde entre la masa. Sé que es duro decirlo, pero como ha dicho César Vidal: "quizá un tonto, aunque tenga cartera de ministro, no es tampoco un ser humano". Ahora, te digo una cosa, esta batalla moral o se gana o se gana. Hace aguas hasta entre ellos, ya vale de Bibianas. Qué triste. Un saludo.
Más que de acuerdo con tus palabras JOHAN.
¿Cuanto daño puede llegar a hacer la ignorancia? ¿se podrá combatir algún día?
¿Se podrá mostrar a toda esa gente que vive bajo su sombra cuanto mal les hace a ellos y a toda la humanidad? A veces pienso que el conocimiento de ciertas cosas no debería ser un derecho sino una obligación.
ciertamente muy triste.
Sludos
Pedro!
este post es genial y brillante. Hace ya tiempo que pienso que la crisis política en España no tiene solución y se ha convertido en crónica, porque nos gobiernan nos los mejores o los mejor formados, sino aquellos que han mostrado una mayor destreza en el desarrollo de redes de poder y de contactos.
Tenemos ministros que rayan el analfabetismo, políticos cuya capacidad retórica genera vergüenza ajena, presidentes de gobierno que son incapaces de relacionarse en una cumbre internacional sin un traductor al lado...
Es esta la clase política que merecemos? No se supone que hoy en la era de los máster, formación de posgrado, doctorados, idiomas, etc. contamos con una enorme masa de gente alta e incluso excesivamente cualificada?
qué narices pasa en el el sistema para que una tipa como Aído sea ministra?
como digo, el mal es endémico, no quiero ser excesivamenta pesimista pero así lo creo. Basta con echar un vistazo a las nuevas generaciones de los partidos políticos y ver que muchos de sus dirigentes estuvieron matriculados una inmensidad de años en la universidad solamente para poder ostentar un cargo determinado dentro del partido. Obviamente, estoy pensando en nombres y apellidos de gente mediocre que medrando finalmente ha llegado a ostentar cargos de destacada importancia. Como decía, una vergüenza.
Algo huele a podrido en esta España nuestra...
un abrazo!!!
A mí me da por pensar..... ¿Qué sería Bibianita a los 14 meses de gestación en el vientre de su madre?
¡¡¡Así nos ha salido!!!
De acuerdo en todo contigo Pedro Jesús.
Tú lo has dicho: IG-NO-RAN-CIA.
Ése es el gobierno que nos gobierna, y esas son las ministras puestas por un Presidente que piensa más en temas que dividen y enfrentan un país, que en la búsqueda de soluciones a problemas realmente graves que nos están afectando.
Un feto de 13 semanas "es un ser vivo" pero no "un ser humano"...
Sin comentarios... O mejor dicho: ¡Se podría comentar tanto!
No me siento culpable, ¿sabes por qué?... ¡Porque no los voté!
Y mira hoy la encuesta del CIS: con la que está cayendo y empate en escaños en intención de voto para las elecciones europeas.
¡Sálvese quien pueda!
Un abrazo, Pedro Jesús.
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