El programa del PSOE para las elecciones europeas
se sustancia en 20 páginas de Declaración política; éstas, a su vez, beben
del Manifiesto del Partido Socialista Europeo firmado el 1 de marzo en Roma. Las medidas no rebasan el
ámbito de la generalidad, excepto en algunas ocasiones (por ejemplo, cuando se
indica de dónde procederían los fondos que se propone emplear para incrementar el
presupuesto de la Garantía de Empleo Juvenil). Por lo que respecta al
desarrollo, la periódica referencia a la oposición (“la derecha”), como si fuera
un argumento en sí misma, provoca hastío. Los socialistas optan por un formato espléndidamente
diseñado, que combina texto, colores y logos con un acertado sentido estético –
sin duda, el más atrayente de la campaña.
Semejante despliegue estilístico se aprecia en el
folleto dedicado a la cabeza de lista, adornado con fotografías a mayor gloria
de Elena Valenciano. Nos encontramos ante una política que se halla aún –por
formación y resultados contrastables– en el inicio de su carrera y no con una
figura realmente experimentada en lides de construcción europea. Una vez leídos
los documentos, no se sabe muy bien qué es lo que el PSOE está en condiciones
de ofrecer, desde el punto de vista de las ideas, para incoar la ambiciosa
reforma que propugna.
Los programas de PP y PSOE resultan, cada uno a su
modo, decepcionantes. Lo cual no hace más que resaltar las fortalezas de IU y
de UPyD. De ellos me ocuparé mañana, comenzando por Izquierda Unida.
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Extracto del artículo propio “Cuatro programas para Europa”, publicado en el diario Levante de Valencia (16/05/2014, p. 30). En la imagen: mapa de Europa publicado en 1588 por Lucas Jansz Waghenaer en Leiden y conservado en la Biblioteca Nacional de España (fuente: flickr.com).
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