viernes, 25 de enero de 2013

En memoria de Tim Ribberink



















Hay dos usos de la libertad. Con uno construimos, ponemos luz en la oscuridad, nos hacemos más humanos. Con el otro seguimos la llamada ancestral a colocarnos en el centro del cosmos y someterlo a la tiranía de nuestro deseo. El uno y el otro conviven en la tragedia de la historia; magnifican o corrompen lo que tocan.

Los teléfonos móviles, internet o Facebook fueron diseñados para comunicar y acercar. Las instituciones educativas, para iluminar la mente y el corazón. Sin embargo, a través de ellos se está vehiculando la llamada salvaje del egoísmo ancestral. Nos lo acaba de recordar la existencia de Gauthier, Amanda, Felicia, Tim y Mónica y su amargo desenlace.

Gauthier, de 18 años, se suicidó el pasado 10 de octubre en Brest (Francia) a causa del chantaje al que le sometía un desconocido amenazando con divulgar por internet imágenes suyas desnudo. Por idéntico motivo se quitó la vida el mismo día Amanda Todd, de 15 años, en Canadá y se arrojó a las vías del tren Felicia García, poco después, en Nueva York. Tim Ribberink, de 20 años, murió el 1 de noviembre en Tilligte (Holanda) tras años de sufrimiento en la escuela y de ciberacoso. Mónica J., de 16 años y residente en Torralba de Calatrava (Ciudad Real), no soportó un probable acoso escolar; falleció el día 13 de noviembre.

“Con lo más hermoso que teníamos nos ha sobrevenido lo más terrible”: estas palabras figuran en la esquela publicada por la familia Ribberink. Han decidido “alentar un debate nacional, internacional si cabe, sobre el matonismo”; lo afirma Marinus van den Berg, sacerdote colaborador de la Asociación holandesa de Padres que han perdido a sus Hijos (El país, 07/11/2012, p. 33). En mí, unido como estoy a la indómita Holanda –una de mis patrias europeas– por años de vida y afecto, esta llamada resuena con fuerza.

El fenómeno del matonismo no resulta nuevo. Pertenece a la entraña más negra de la historia el hacer uso de la libertad para sembrar las flores marchitas de la desolación. El acosador alimenta su narcisismo haciendo sangre de las diferencias. Pero hoy se nutre de instrumentos creados para acercar e iluminar. Si nuestra sociedad es incapaz de hacer frente a su dejación de responsabilidades, si está dispuesta a abandonar a sus jóvenes a la alienación y a una suerte incierta, ésta es una pregunta que sólo nosotros podemos responder.

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Artículo propio publicado en el diario Información, edición de Elx / Baix Vinalopó (22/01/2013, p. 29). En la imagen: fotografía propia (tomada en Andalucía, 26/09/2010).

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