viernes, 29 de abril de 2011

Sensibilidades políticas
























De vez en cuando me preguntan por mis preferencias políticas. Y de vez en cuando contesto, en persona o a través de este blog, que mi sensibilidad política es de izquierdas. Lo cual da lugar a veces a jugosos malentendidos. El impreciso paraguas conceptual ‘izquierda’ da cabida a cosmovisiones muy diferentes, entre ellas algunas (como el materialismo marxista) que considero inaceptables. Personalmente me siento próximo a la corriente reformadora del socialismo moderno, la socialdemocracia. Ahora bien: este tipo de etiquetas, si se toma en serio, agosta la realidad y la hace ininteligible. No hay personas de derechas ni de izquierdas: en cada uno de nosotros confluyen genealogías culturales que dan lugar a un caleidoscopio interior único, matizado por mil experiencias, iluminado por sendas evocaciones y deseos.

Toda opción honrada (sea “de derechas” o “de izquierdas”) posee en la trastienda una genealogía que la hace comprensible y legítima. La sensibilidad de derechas la muestra cuando, por ejemplo, hace hincapié en el valor de la tradición heredada, sin la cual nuestro presente no sería mejorable. Por eso la democracia ha de consistir en el diálogo entre las sensibilidades políticas de los ciudadanos. Quien emplea las etiquetas ideológicas como armas arrojadizas denota una mentalidad poco democrática y alimenta (conscientemente o no) cierta sintonía con maneras dictatoriales o totalitarias.

Más allá de las múltiples adherencias históricas, la izquierda se ha visto configurada por ideas surgidas al abrigo de ciertos movimientos sociales: entre ellos, el rechazo de los sistemas despótico-ilustrados representados por las monarquías dieciochescas, la sensibilidad hacia los grupos humanos situados en los márgenes de la sociedad industrial o la lucha por el sufragio universal y el acceso general a la educación. Pues bien, estos asuntos me vienen a la mente durante los últimos días, ante el eco mediático internacional del enlace entre los príncipes del Reino Unido (a los que, por otra parte, deseo largos y felices días juntos).

No deja de ser chocante el hecho de que sociedades enfangadas en una crisis económica que se ceba con los desfavorecidos dediquen tanto tiempo y recursos a seguir el trasiego de un selecto grupo de nobles y monarcas extranjeros, resto de los estamentos cuyo estatuto se vio alterado por las revoluciones decimonónicas. Especialmente llamativa me ha parecido la cobertura realizada por medios que se autocalifican “de izquierdas”. La cadena SER ha destacado en Londres a una de sus locutoras estrella, Àngels Barceló, y lleva días glosando con pelos y señales las menudencias del enlace y sus aledaños. Gracias a ella me entero de que el vestido de novia ha sido puesto en caja fuerte y custodiado por dispositivo policial para evitar que el diseño se filtre a la prensa.

¡Qué cosas! Devaneos de la corte. Se trata de un episodio más del panem et circenses, modulado por tiempos de crisis (a menos manducatoria, más espectáculo) y por la ambigüedad propia del marasmo intelectual de las ideologías postmodernas. No me extraña que se produzcan jugosos malentendidos.  
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En la imagen: "15. Naissance de la liberté", por Genevy (welcom) [fuente: flickr.com].

domingo, 24 de abril de 2011

Pascua 2011: renovación y agradecimiento






Dadurch, dass wir unser Leben erneuern,
zeigen wir dass wir Gott dankbar sind

Renovando nuestra vida
mostramos que estamos agradecidos a Dios

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En la imagen, la perspectiva de san Luca (junto a Bolonia) que capté el 27 de mayo de 2010 durante mi "año sabático".