sábado, 30 de noviembre de 2013

Berlusconi y la tierra















Son como mínimo dos los frentes que se abren ante el cavaliere. Por un lado, el auto definitivo en corte de casación que confirma la sentencia Mediaset y su condena a cuatro años de cárcel. Por otro, el caso Ruby, que destapa el paraguas institucional orquestado en torno a la vida privada de Berlusca. El primero pone al descubierto un engranaje ideado para conseguir beneficios ilícitos en el extranjero. El segundo desvela cómo para ocultar sus relaciones sexuales –conscientes y recompensadas– con una menor de edad, el ex premier habría usado los cauces oficiales hasta manipular incluso a una comisaría de policía; así lo señala el tribunal de justicia de Milán.

A pesar de todo, Berlusconi ha afirmado que el presidente de la República debería concederle la gracia aun sin solicitarla: «Sepan los señores de la izquierda que este sujeto (…) es tenido por una bandera por su pueblo». Se ha expresado así durante la convención de jóvenes de Forza Italia el pasado sábado 23. El ambiente de euforia colectiva y de apoyo cerrado pone los pelos de punta. Se ha referido allí a la votación del día 27, relativa a su interdicción como senador, calificándola de “golpe de Estado”.

Es el suyo un uso mezquino de las palabras. Se entiende que un hombre intente evitar la cárcel; más difícil de comprender resulta su rechazo a cumplir la pena en servicios sociales. Pero no es de recibo el entusiasmo de esos jóvenes de Forza Italia por una figura que ha arrojado la sombra de la corrupción sobre las instituciones del país. Y no me explico que vitoreen al líder cuando afirma implícitamente que ninguna sentencia ni error político alguno deberían rozar su poder.

Por eso, dan en la diana las palabras de Antonio Mazzi, fundador de la comunidad de toxicodependientes “Exodus”, en La Repubblica. Para Berlusconi, Mazzi ha propuesto un programa de reinserción a través del trabajo. Habría que ayudarle «a quitarse la máscara. Debe estar solo, reflexionar, mirarse dentro; quitarse la costra detrás de la que se esconde y gracias a la cual fascina a los italianos». Y es que «dentro tiene algo que puede ser salvado. Pero debe hundir las manos en la tierra, plantar tomates en silencio, lejos de las comodidades y de los aduladores que lo han halagado hasta hacerlo sentir como un dios». 

Ojalá Silvio pueda quitarse de encima esa costra que una hilera de arribistas ha hecho endurecer como una llaga reseca. Todos aprenderíamos, nos edificaría; porque ninguno es inaccesible al zarpazo de la corrupción.

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Artículo propio publicado en el diario Levante de Valencia (29/11/2013, p. 34). En la imagen: “Terra”, fotografía de Blai Server (fuente: www.flickr.com).

lunes, 25 de noviembre de 2013

Berlusca e la terra















Sono almeno due i fronti aperti questi giorni per il cavaliere. Da una parte, il pronunciamento definitivo in Cassazione che conferma la sentenza Mediaset e rende definitiva la condanna a quattro anni di carcere. Dall’altra, la faccenda Ruby che rivela lo sfondo di corruzione che fungeva da ombrello istituzionale per la vita privata di Berlusca. Il primo mette in evidenza l’ingranaggio ideato per incassare benefici illeciti all’estero: «Ha permesso» –così i magistrati– «di mantenere e alimentare illecitamente disponibilità patrimoniali estere, conti correnti intestati ad altre società che erano a loro volta intestate a fiduciarie di Berlusconi». La seconda svela un problema che va molto al di là della vita privata: per nascondere i suoi rapporti sessuali, consapevoli e ricompensati, con una minorenne l’ex primo ministro aveva usato i meccanismi del potere fino alla manipolazione in questura; così l’ha rilevato il Tribunale milanese.

Berlusconi dà per scontato che alla votazione del prossimo mercoledì in Senato si deciderà la sua decadenza da senatore.  Ciò nonostante ha affermato che Napolitano gli dovrebbe concedere la grazia anche senza averla sollecitata: «I signori della sinistra sappiano che questo soggetto non ha paura, che non ha niente da farsi perdonare, che è completamente innocente e che è considerato come una bandiera dal suo popolo, dal popolo di italiani che amano la libertà»: così si è espresso durante la convention dei giovani di Forza Italia lo scorso sabato 23 nel Palazzo di Congressi all’EUR. 

Quello che secondo me si dovrebbe valutare adesso è quale immagine di progetto politico si evince dal rapporto fra queste dichiarazioni e le reazioni della sua cerchia politica. L’ambiente di euforia collettiva e di serrato appoggio nell’incontro coi giovani fa quasi venire i brividi. Vi ha parlato poi della votazione del 27 come “colpo di Stato”: vuol dire allora che nessuna sentenza, nessun errore politico dovrebbero poter sfiorare il suo potere?  

E’ un uso troppo meschino delle parole quello che così si fa. Si capisce che un uomo cerchi di evitare di andare in galera. Nessuno pretenderà poi di capovolgere la sua indole perché adesso chieda umilmente la grazia al Quirinale. Più difficile da capire però è la sua negativa ad affidarsi ai servizi sociali in luogo di compiere la pena in prigione. Quello infine che non si capisce per niente è l’entusiasmo di quei giovani di Forza Italia per una figura che ha gettato l’ombra della corruzione non soltanto sulle istituzioni italiane ma anche su altri Paesi attraverso la sprezzante, deleteria noncuranza sociale spesso dimostrata da Canale Cinque e le sue filiali.

Colpiscono il bersaglio le parole del veronese Don Mazzi, fondatore della comunità di tossicodipendenti Exodus: «Bisognerebbe aiutarlo a riscoprire la sua anima. A togliersi la maschera. Deve stare da solo, riflettere, guardarsi dentro. Deve togliersi la crosta dietro la quale si nasconde e grazie alla quale incanta gli italiani, che ancora oggi lo voterebbero. Lui oggi si sente l’idolo delle masse, però io credo che dentro abbia qualcosa di salvabile. Ma deve affondare le mani nella terra, piantare i pomodori in silenzio, lontano dagli agi e dagli adulatori che lo hanno compiaciuto fino a farlo sentire come un dio». Magari possa Silvio levarsi quella crosta che una schiera di lusingatori ha fatto indurire attorno al cuore. Tutti impareremmo tanto, ne saremmo edificati: perché qualunque può essere raggiunto dalla sgrinfia della corruzione.

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Nell’immagine: “Terra”, foto de Blai Server (fonte: www.flickr.com). Le parole di Don Mazzi sono state estratte da un’intervista a La Repubblica (06/10/2013).


jueves, 14 de noviembre de 2013

Otra vida es posible

























En su libro Juntos, citado por Manuel Cruz en un espléndido artículo reciente, Richard Sennett señala que «estamos perdiendo las habilidades de cooperación necesarias para el funcionamiento de una sociedad compleja». Se trata de una tesis arriesgada; pero, dejando para otro foro la discusión del asunto, sí hay indicios de que esto está sucediendo.

Pienso, por ejemplo, en los frutos del sistema socioeducativo. A golpe de pelotazo inmobiliario y de telebasura, en las últimas décadas se ha inculcado en no pocos de nuestros jóvenes la convicción de que para vivir bien no haría falta formarse bien; bastaría con obtener unos papeles (diplomas) que dan acceso al trabajo. La prioridad estaría en colocarse para acceder a una cierta “calidad de vida”, no en contribuir al bien común. Súmese a ello el desnortamiento promovido por un especialismo corto de miras, la injerencia salvaje de la burocracia y la sumisión creciente del sistema educativo al mercado: se deriva la desactivación –desde dentro– de una de las instancias críticas de la sociedad.

No asistimos a la difusión democrática del conocimiento, sino a su restricción elitista; y esto, no ya porque los jóvenes carezcan de medios para acceder al conocimiento, sino porque la relevancia personal y social del saber ha sido empañada en el imaginario colectivo. La ha suplantado la “calidad de vida” interpretada como capacidad de adquisición de productos y servicios. No es a un corazón sabio, sino a un bolsillo razonablemente lleno a lo que aspira el joven crecido a la vera de Telecinco y sus acólitos. Inoculando esta tendencia, el neocapitalismo instaura su ley como horizonte felicitario y cancela aquellos otros horizontes que ensanchan la vida: la belleza de ser solidarios, la necesidad de cultivar el bien, la urgencia de buscar la verdad; escorzos de lo fieramente humano que se reflejan en una existencia compartida.

El empuje de las nuevas generaciones –cada una aporta algo específico– amenaza con caer en saco roto. Y es que no hallan el modo de sumarse al proyecto colectivo, precisamente porque el espacio común se desdibuja bajo la pulsión de consumo, que es individualista de suyo. Entre lisonjas que adormecen el sentido crítico, el neocapitalismo rebaja al ser humano.

Pero otra vida es posible. La coyuntura actual ha de contribuir a acrecentar nuestra conciencia de que la necesitamos. Y luchar por abrazarla forma parte de nuestra tarea histórica. 

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Artículo propio publicado en el diario Levante de Valencia (13/11/2013, p. 31). En la imagen: "Doble retrato con vaso de vino", óleo de Marc Chagall pintado en 1918 y conservado en el Centre Georges Pompidu, París (fuente: Wikipaintings.org). 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Camus nuestro próximo


















«Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizás mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrompida —en la que se mezclan las revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos, y las ideologías extenuadas; en la que poderes mediocres, que pueden hoy destruirlo todo, no saben convencer; en la que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y de la opresión—, esa generación ha debido, en sí misma y a su alrededor, restaurar, partiendo de amargas inquietudes, un poco de lo que constituye la dignidad de vivir y de morir.» 

Así se expresaba Albert Camus, el 10 de diciembre de 1957, al recibir el premio Nobel de literatura. Y proseguía: «No es seguro que esta generación pueda al fin cumplir esa labor inmensa, pero lo cierto es que, por doquier en el mundo, tiene ya hecha, y la mantiene, su doble apuesta en favor de la verdad y de la libertad y que, llegado el momento, sabe morir sin odio por ella. Es esta generación la que debe ser saludada y alentada dondequiera que se halle y, sobre todo, donde se sacrifica. En ella, seguro de vuestra profunda aprobación, quisiera yo declinar hoy el honor que acabais de hacerme.»

Se cumplen, hoy jueves, cien años del nacimiento del escritor en Mondovi (Argelia, entonces colonia francesa), hijo de padre francés y de madre de origen español. Su peripecia vital, la insobornabilidad de sus opciones –que le llevaron a aproximarse al PC y a Sartre para alejarse después de ellos– hicieron de él, en cierto modo, un extranjero en patria; su íntimo desasosiego ante el drama del mal, su inquietud por las causas sociales y su declarado talante español nos lo tornan muy cercano, hacen de él un prójimo en el que reconocernos. «En plena oscuridad de nuestro nihilismo», dejó escrito, «he buscado solamente las razones para superar ese nihilismo».

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En la imagen: fotografía de Mili Pérez R. (fuente: flickr.com). La última frase está citada según la traducción publicada en el artículo de Miguel Mora “Camus cumple 100 años” (El país, suplemento “Babelia”, 02/11/2013, p. 11). Pertenece a un volumen de próxima publicación en España bajo el título Breviario de la dignidad humana (editorial Plataforma).