lunes, 27 de octubre de 2008

La lluvia en Sevilla es una maravilla



Vuelvo de Sevilla tras un viaje relámpago -muy bien acompañado- para participar en el Simposio "Naturaleza y libertad" organizado por Juan Arana en la Facultad de Filosofía. La llegada a la ciudad estuvo acompañada por una lluvia, fina y maravillosa, que daba la razón a la esforzada Audrey Hepburn de My fair Lady. Sevilla ha sido para mí un descubrimiento: la elegancia de la Avenida de la Constitución, los tesoros que alberga el casco histórico -desde la Catedral hasta los innumerables palacios y coquetos rincones- o la diáfana monumentalidad de la Plaza de España, sólo empañada por la desidia del Consistorio, pueden cautivar a cualquiera. Qué mejor marco para un denso e interesante Simposio filosófico, que nos tuvo empeñados desde primera hasta última hora del viernes 24.

De vuelta en Murcia, me desayuno con una noticia publicada en el diario El país. Según EP, sólo el 12,8% de los diputados del Congreso se dedican exclusivamente a su labor parlamentaria. Me llama la atención que, de los más de trescientos pluriempleados, 40 desempeñan una profesión externa, 35 son abogados ejercientes y 17 administran empresas privadas. A uno le gustaría que sus representantes en el Parlamento buscasen dedicarse con exclusividad, siempre que fuese posible, a los asuntos de Estado. Entre otras cosas, porque no son fáciles. Y porque hace falta mucho tiempo para hacerse una idea cabal de las necesidades y de las soluciones. Pero da la impresión de que a algunos les sobra el tiempo. Hasta para dedicarse a tunear sus coches, o a tunear a secas. En fin: tenemos los políticos que nos merecemos. Menos mal que hay excepciones. Y que siempre nos queda Sevilla.

__________
En la imagen: detalle del interior de la catedral de Sevilla, por uBookworm (fuente: www.flickr.com).

lunes, 20 de octubre de 2008

Despreciar la ciencia



Los acontecimientos político-sociales de las últimas semanas dan para mucho: desde el profundo arañazo de la crisis económica hasta el derecho-ficción garzoniano en España. Por otra parte, la difusión de las pruebas con el denominado “niño medicamento” ha coincidido cronológicamente con el arribo a la costa valenciana del buque abortista Woman on the Waves.

He tenido oportunidad de escuchar por televisión los argumentos de algunos defensores del aborto. Como en otras ocasiones, me sorprende que se pase por alto con tanta facilidad el dato científico. Hoy sabemos, con mucha mayor precisión que hace un siglo, que existe continuidad entre el recién nacido y el embrión, en cualquiera de sus fases de desarrollo. Esa continuidad biológica está vehiculada por la individualidad del embrión, codificada en su estructura genética. Considerarlo una azarosa estructura físico-química –y no el frágil estadio inicial de una vida humana– muestra una trágica ignorancia. En algunos casos, indica que se prefiere mirar a otro lado: un embrión no dice nada, no se queja ni reclama sus derechos. ¡Parias del mundo!

También me sorprende que se apele a la compasión para defender el aborto. Es en el sagrado nombre de la compasión, hacia las madres y hacia sus hijos, que se hace necesario frenar las oleadas de abortos. A la destrucción inmisericorde de una vida humana se suman los daños psicológicos para la madre, suficientemente testimoniados y tipificados. Cierto que detrás de una madre que aborta hay siempre un drama humano. Ayudemos a paliarlo. En España existen suficientes medios materiales para garantizar la asistencia –médica, psicológica o de otro tipo– a las madres en dificultades. Y un adecuado plan de adopción salvaría cientos de miles de vidas, a la vez que cubriría las solicitudes de otras tantas parejas, encalladas en una burocracia costosa e interminable.

Aun así, muchos prefieren seguir mirando a otro lado. El aborto es más simple que todo eso. Y contribuye a mantener los pingües beneficios de clínicas que sólo a veces destapan la caja de los horrores. Mientras tanto, el Gobierno sigue derrochando el (cada vez más escaso) dinero público en gastos de palacio, en ministerios inservibles o en contentar a sus socios nacionalistas. E la nave va. Pero ni la razón, ni la ciencia están de su parte.

__________
En la imagen: "Embriones de nuestros nuevos bebés", por NomadicEntrepreneur (17/05/2007). Fuente: www.flickr.com.

lunes, 6 de octubre de 2008

Tener buena prensa



Son varios los lujos de los que disfrutamos en España. Uno de ellos es la prensa diaria.

Durante mi último periplo por el mundo (de Alemania hasta Chile) llegué a echar de menos la prensa española. La amplitud de la información internacional, la pluralidad y calidad literaria de las páginas de opinión o el diseño, funcional y elegante, no tienen parangón en la prensa internacional que conozco. (Con gusto recibiré reacciones a este respecto de mis lectores de otros países: me gustará tener motivos para variar mi opinión :)

Por ejemplo, uno de los alicientes de los sábados es la lectura de ABC. Volví a pensarlo, tras varios meses de intermitente ayuno, el sábado pasado. En particular, las firmas de los artículos de opinión configuran un excelente plantel de autores y temas. Desde el análisis político y social en los artículos de Juan Manuel de Prada, M. Martín Ferrand, Ignacio Camacho, Edurne Uriarte, Hermann Tertsch, José María Carrascal o Juan Pedro Quiñonero -siempre escéptico con la "sonámbula" Europa-, hasta el tono pausado -que se degusta, como las horas del finde- en los textos de Blas Matamoro, Laura Campmany o Mónica Fernández-Aceytuno. Una gozada. Sin contar "La tercera". Y dejando aparte el siempre excelente suplemento cultural (ABCD), una auténtica mina de incentivos intelectuales. Entre ellos, los artículos deÁlvaro Delgado-Gal o la siempre sugerente sección de mi admirado Andrés Ibáñez, sobre quien ya he escrito en otras ocasiones.

Y es que un buen periódico es como un librito cotidiano. Desde la coyuntura del momento nos eleva hasta las preocupaciones eternas. Y todo por un euro, o poco más. A prueba de bolsillos en recesión.

__________
En la imagen: "News", por Kazze (fuente: http://www.flickr.com/).