
Son varios los lujos de los que disfrutamos en España. Uno de ellos es la prensa diaria.
Durante mi último periplo por el mundo (de Alemania hasta Chile) llegué a echar de menos la prensa española. La amplitud de la información internacional, la pluralidad y calidad literaria de las páginas de opinión o el diseño, funcional y elegante, no tienen parangón en la prensa internacional que conozco. (Con gusto recibiré reacciones a este respecto de mis lectores de otros países: me gustará tener motivos para variar mi opinión :)
Por ejemplo, uno de los alicientes de los sábados es la lectura de ABC. Volví a pensarlo, tras varios meses de intermitente ayuno, el sábado pasado. En particular, las firmas de los artículos de opinión configuran un excelente plantel de autores y temas. Desde el análisis político y social en los artículos de Juan Manuel de Prada, M. Martín Ferrand, Ignacio Camacho, Edurne Uriarte, Hermann Tertsch, José María Carrascal o Juan Pedro Quiñonero -siempre escéptico con la "sonámbula" Europa-, hasta el tono pausado -que se degusta, como las horas del finde- en los textos de Blas Matamoro, Laura Campmany o Mónica Fernández-Aceytuno. Una gozada. Sin contar "La tercera". Y dejando aparte el siempre excelente suplemento cultural (ABCD), una auténtica mina de incentivos intelectuales. Entre ellos, los artículos deÁlvaro Delgado-Gal o la siempre sugerente sección de mi admirado Andrés Ibáñez, sobre quien ya he escrito en otras ocasiones.
Y es que un buen periódico es como un librito cotidiano. Desde la coyuntura del momento nos eleva hasta las preocupaciones eternas. Y todo por un euro, o poco más. A prueba de bolsillos en recesión.
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En la imagen: "News", por Kazze (fuente: http://www.flickr.com/).
1 comentario:
Todos escriben para su particular regimen. Me imagino que eso ni se te ocurrirá discutirlo.Esos periodistas, algunos sabios de renombre, le deben sus casas y coches a ese periodico, cadena de radio o televisión, cosa que tu y yo hemos visto y oido.Realmente es muy gratificante oir a quien te alaga el oido, pero realmente ¿es necesario regalarle estás líneas a quíen, solo a veces , hace su imparcial trabajo?
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