sábado, 31 de diciembre de 2011

Jede Gabe ist eine Aufgabe





Hoy se cumplen años del fallecimiento de varias personas queridas. Entre ellas se encuentra uno de los patronos de este blog, Miguel de Unamuno (¡Don Miguel!, en el sonriente verbo de nuestra Loles). Fue él una de las personas que me inocularon la pasión irredenta por la filosofía. El mismo que, poco antes de concluir Cómo se hace una novela, kantianamente declara:

¿No es ya patria el camino? Y la patria, la celestial y eterna se entiende, la que no es de este mundo, el reino de Dios cuyo advenimiento pedimos a diario –los que lo pedimos–, esa patria ¿no seguirá siendo camino?

Camino y tarea como hogar donde vivir: he aquí el horizonte que se divisa desde este quicio que franquea el paso al 2012. Bellamente se dice en alemán con la expresión Jede Gabe ist eine Aufgabe: el don que se nos presta –la vida autoconsciente que a cada instante se nos renueva, eléctrico derroche de nuestras enigmáticas sinapsis– trae consigo una tarea. Que cada uno de nosotros pueda prestar oído a esa llamada. ¡Feliz año nuevo!

____________
En la imagen: "2012 calendar", fotografía de Danielmoyle (fuente: flickr.com).

domingo, 25 de diciembre de 2011

La risposta e il coraggio



















Grazie a Paolo Bertezzolo leggo una riflessione di Piero Stefani sul Natale: “Per attingere alle profondità del Natale occorre viverlo come fonte di un divino accoglimento che ci incalza a essere umanamente accoglienti. Per quanto sia custodita solo dalla fede di alcuni occorre renderla una festa a favore di tutti”. Parole che anche a me hanno fatto riflettere.

Come altri, anch’io mi sento in un rapporto alquanto imbarazzante con le feste di Natale: è troppo evidente lo smarrimento del loro senso profondo, l’invasione consumistica e perfino l’oblio dei più poveri e sofferenti. E’ per ciò che, come altri, tendo a rifiutarne quella sfaccettatura ingannevole. Ed è per ciò che le parole dello Stefani echeggiano in me. Custodita dalla debole fiamma della fede, la festa del Natale deve diventare in ogni generazione una possente chiamata a favore di tutti. Questo è anche il senso delle parole di Edith Stein nella sua conferenza “Sul mistero del Natale”:

Questa semplice parola emana un fascino misterioso, cui ben difficilmente un cuore può sottrarsi. Anche coloro che professano un’altra fede e i non credenti, cui l’antico racconto del Bambino di Betlemme non dice alcunché, preparano la festa e cercano di irradiare qua e là un raggio di gioia.

Quell’ irradiare un raggio di gioia si trova alle radici del mistero cristiano dell’incarnazione e ne manifesta il senso universale, accessibile per credenti e non credenti. L’Universo è pervaso da un accordo profondo che risuona ancor oggi donandovi il senso e il motivo per la speranza. E’ da lì che sgorgano l’accoglimento e la gioia del Natale. E quanto bisogno ne abbiamo in quest’epoca di buio e incertezze! Se solo ascoltassimo dal profondo del nostro essere potremmo trovarvi la risposta per tante domande e il coraggio per l’azione.
____________
Nell’immagine: "Natività", di Georges de La Tour, verso 1645 (museo di Rennes), dettaglio.  

El acorde del Universo


Hay algo en la Navidad que me inquieta. Y que me hace desconfiar. Me refiero a la carrera alucinada por convertirla en un festival consumista, que cada vez comienza antes y desentona más con la realidad mostrenca de los que carecen de tantas cosas. Denostar ese hipócrita espíritu navideño me suele parecer un ejercicio de salud mental.

Y, sin embargo, ésta es sólo una verdad a medias. En su faceta auténtica, la Navidad constituye una honda mediación cultural enraizada en el Evangelio cristiano: el deseo de comunicar a todos, creyentes y no creyentes, que el Universo entero vibra al acorde de un sentido profundo y que ese sentido consiste en el amor: un amor originario, incondicional, que busca ser respondido desde la libertad.

El espíritu de la Navidad se traduce en una red de actitudes de las que nos hallamos profundamente necesitados. El encuentro y la acogida que de ella emanan destilan el antídoto contra la codicia capitalista y el consumo insolidario. El Niño de Belén y el ideal que habita en nuestro corazón se dan la mano: la Navidad hace vibrar el germen mejor de nosotros mismos.

____________
En la imagen: "El recién nacido", de Georges de La Tour, hacia 1645 (museo de Rennes).

domingo, 4 de diciembre de 2011

La única respuesta adecuada















Hay días en los que uno percibe por primera vez algo que había estado siempre ahí. El pasado viernes fue uno de ellos. Tuve la oportunidad de mantener una conversación distendida, a la hora del café y en la cantina de la Universidad, con varios de mis estudiantes de Antropología en Educación. Pude constatar hasta qué punto varios de ellos se sienten comprometidos con la construcción de nuestra sociedad, se inquietan con sus debilidades morales y se adhieren a propuestas políticas de progreso.

Esa misma tarde participamos en la quinta sesión de nuestro ciclo Antropología cinematográfica. Charlamos sobre el miedo y la esperanza como radicales antropológicos, con el hilo conductor del film The Road y la ponencia de nuestro querido Higinio Marín. En el último capítulo de su lúcida Teoría de la cordura, Higinio subraya el enlace entre esperanza y juventud:

Esa falta de angostura en el deseo de lo mejor que nos deja aspirar y tener buen ánimo para lo más grande tiene el nombre de magnanimidad: la inclinación a lo mejor y el buen ánimo para procurarlo que se expresa en el deseo típico de la juventud genuina, a saber, querer cambiar el mundo y cooperar para enderezarlo hacia su mejor versión.

Y jóvenes éramos –poseídos por la juventud genuina– los amigos que nos congregamos en aquella mesa redonda, rodeados por aquellos otros jóvenes que crecen al calor de sus años universitarios. El intérprete adecuado de todo ello sólo podía ser el niño protagonista del film, empeñado en agradecer todo lo que recibía, consciente de que nos hallamos envueltos en la dinámica del don: ante la cual la única respuesta adecuada es la gratitud.

__________
En la imagen: Kodi Smit-McPhee y Viggo Mortensen en un fotograma de The Road (John Hillcoat, 2009). El párrafo citado está extraído del libro de Higinio Marín Teoría de la cordura y de los hábitos del corazón (Valencia, Pre-Textos, 2010), p. 274.