lunes, 28 de julio de 2008

Enredado Darwin



Leyendo Der Spiegel me entero de que la Universidad de Cambridge ha volcado en la red las obras completas de Charles Darwin. Desde los cuadernos de notas del Beagle hasta su producción científica, pasando por cartas y curiosidades, todo en una página web unificada (http://darwin-online.org.uk/).

A mi modo de ver, el mayor mérito de Darwin reside en haber conseguido explicar el desarrollo (y desaparición) de las especies recurriendo a un criterio que es económico e inmanente a la vez. La lucha por la supervivencia y la viabilidad de los más aptos permite justificar la evolución de manera económica (recurriendo a pocas causas) e inmanente (sin salir del ámbito de la Naturaleza). Al mismo tiempo, la explicación darwiniana está surcada por algunos interrogantes básicos, relativos a su misma estructura. Muy pronto se hizo notar que no da razón suficiente de la aparición de nuevas especies –para avanzar algo en este sentido será preciso esperar a la teoría sintética de la evolución- y que no está respaldada de forma coherente por el registro fósil. Más recientemente, los partidarios del diseño inteligente han puesto de relieve que ciertos fenómenos evolutivos -los caracterizados por una "complejidad irreducible"- requieren de una explicación más ajustada. [He notado, por cierto, que a veces se confunde la teoría del diseño inteligente, basada en los fenómenos de complejidad irreducible, con el creacionismo, que parte de una rígida e ingenua interpretación del texto bíblico; esa confusión procede, a veces, de una ambigüedad cultivada por cierta mala divulgación científica].

Más allá de los límites epistemológicos del darwinismo queda aún la gran cuestión de fondo: por qué la vida, en sus múltiples manifestaciones, se halla transida de teleonomía, de capacidad de autoelevarse, de "dar de sí" (Zubiri) más y mejor. Pero ésa es ya harina de otro costal.

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En la imagen: primer boceto de Charles Darwin, perteneciente al cuaderno de notas “B”, en el que representa el árbol evolutivo (1837). Fuente: University of Minnesota (http://www.d.umn.edu).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una cosa es que necesitemos presuponer "diseño inteligente" para explicar la complejidad de los fenómenos y otra bien distinta que la realidad natural se halle en sí diseñada de forma inteligente. Esto no lo enseñó Darwin, sino Kant, a quién seguro que has leído un tanto. Eso sí, Darwin fue un paso más allá y sostuvo que el mismo mecanismo algorítmico (Daniel Dennet) es suficiente para explicar el diseño (aparente) que se manifiesta en la naturaleza. Esto no significa, no obstante, que todos y cada uno de los fenómenos de la naturaleza se encuentren explicados de una vez. Sólo nos dice que, allí donde vemos diseño, hemos de preguntarnos por las causas mecánicas que han precedido a esa formación, como único medio para explicar la evolución de los seres vivos. Ya sabes, la naturaleza no da saltos, ni tampoco se auto-eleva (?). En el ámbito estrictamente científico, hablar de Darwin es confiar en la utilidad de las grúas, y hablar de diseño "inteligente" es inventar e imaginar ganchos que descienden del cielo allí donde no hemos encontrado aún la grúa que necesitamos. M. Sánchez.

Pedro Jesús Teruel dijo...

Muchas gracias, Miguel, por su comentario. Intervenciones inteligentes, como la suya, ayudan a construir. También yo confío en la "utilidad de las grúas"; lo contrario sería dar pábulo a una razón perezosa, que no quiere investigar más allá. Desde el punto de vista estrictamente científico-natural es necesario transitar ese camino. A la misma vez, la perspectiva global (filosófica) está llamada a indagar en la estructura misma de la realidad, aquélla que la investigación biológico-evolutiva presupone. Y propia de esa estructura es la potencialidad emergente: propiedades emergentes (las "emergent Qualities" de C. D. Broad) que se actualizan sucesivamente - por ejemplo, gracias a la "Struggle for Life". Ahí es, como bien dice, donde Kant contempla la Naturaleza bajo el prisma de la teleología ("als ob"). A mi modo de ver, es preciso tomar ese prisma en serio. Todo este asunto constituye una tarea fundamental de la Filosofía - no así de la ciencia natural, que puede proseguir su tarea sin interrogarse por el fundamento último. ¡Sea bienvenido a este blog!

Anónimo dijo...

Por supuesto, el recurso al emergentismo puede tener cabida en la Filosofía; no así en la ciencia: el problema es que la teoría del Diseño Inteligente no se presenta como una teoría filosófica, sino como una teoría científica y, si no me equivoco, tú pareces también presentarla como algún tipo de teoría científica. La teoría de la selección natural la considero, no obstante, una teoría científica, por más que su estatuto epistemológico sea problemático y, por lo tanto, un objeto digno de reflexión filosófica, por lo cual me alegro que dediques tiempo a ello en tu blog. Sánchez.

Pedro Jesús Teruel dijo...

¡Hola de nuevo! Estamos adentrándonos en el flanco más fructífero del problema. Sobre la teoría del diseño inteligente, y su vinculación a los sistemas de complejidad irreducible, yo diría lo que sigue [permíteme que lo reproduzca, tal cual, como aparece en un libro mío reciente]: "A mi modo de ver, la dinámica de la investigación científico-natural no excluye que los sistemas de pretendida complejidad irreducible puedan llegar a ser explicados con arreglo a una causalidad física, combinando las virtualidades de la materia orgánica con la selección natural. De hecho, entre los sistemas cuyo funcionamiento se pretende explicar y los elementos de que constan no existe solución de continuidad óntica: se trata de compuestos físico-químicos en los que se producen actividades de ese mismo orden. El auténtico escollo se encontraría en la emergencia de propiedades que rebasan el orden físico-químico, para inaugurar un nuevo ámbito de sentido: la autoconciencia reflexiva y la libertad, pilares del mundo subjetivo. Es aquí donde se halla una forma de complejidad que, por su estructura esencial, resulta irreducible a los elementos del sistema que constituye su correlato biológico.

Mientras no nos situemos en el plano filosófico (conectado con la esfera trascendental y práctica), la reflexión discurre por los cauces empíricos de la explicación (Erklärung) y no por los filosóficos de la comprensión (Verstehen). De ahí que, entre los darwinistas, haya científicos –como Ayala– que no ven contradicción ninguna entre la selección natural y la creencia en Dios. En realidad, el no apreciar la diferencia de niveles metodológicos es lo que ha dado lugar a las polémicas escolares al respecto en Estados Unidos, en las que se opone darwinismo y creacionismo.

Por su dinámica cosificante, la explicación no consigue dar razón de la subjetividad sin desnaturalizarla –sin reducirla a lo que ella no es–. De ahí que sea precisa la transición al punto de vista propiamente filosófico si se pretende lograr una comprensión cabal de la realidad, en la que la perspectiva de la ciencia natural sea valorada en su sentido y en sus límites."

Creo que coincidiremos en muchos puntos, y en otros quizá no. Bienvenidas sean también las divergencias, que nos ayudan a mejorar.