jueves, 24 de diciembre de 2009

Nochebuena















Parménides y Zenón a una se interrogan.
En aldea mísera
la dialéctica del ser y la nada
recibe un inesperado requiebro.
El eterno devaneo del tiempo cíclico
estalla desde dentro.

También nosotros nos hacemos preguntas:
¿Quién calmará hoy
del corazón marchito los anhelos?
¿Quién, dime, podrá desentrañarnos
de la angustia de nuestro tiempo exhausto
el tríplice secreto?

Constelaciones a una su nombre proclaman:
consejero, dios fuerte,
de la paz es príncipe y mensajero.
En aquella mísera aldea el niño
bajo las estrellas en silencio duerme.
Se aleja el miedo.

____________
En la imagen: "M45-Pleiadi", por Skiwalker79 (fuente: flickr.com).

8 comentarios:

jaimemarlow dijo...

Hay millones de personas que se mueren de hambre. El hecho en sí no es particularmente significativo: siempre ha habido dolor y sufrimiento en el mundo, quizá mucho mas antes que ahora. Lo grave es que ahora podemos evitarlo, y no lo hacemos.

Estos versos que has puesto arriba son bonitos. Pero si no resuenan verdaderamente en nadie (es decir, si nadie cambia su conducta por oírlos), no significan nada. Y si no significan nada, ¿para qué los pones?

Esto de decir que la Navidad es un asco es un tópico, pero eso no quita para que sea verdad. A mí me lo parece. ¿Navidad, ahora? ¿"El niño de bajo las estrellas en silencio duerme. Se aleja el miedo"? ¿Qué es eso? ¿Un remediaconciencias instantaneo?

No te conozco. Quizá eres una bellísima persona, no lo sé. Solo sé que yo no veo ese "alejarse el miedo" aquí y ahora. Todo lo contrario, veo alzarse el miedo por todas partes.

Estoy hablando como un loco. No sé si me estaré volviendo uno.

Maite dijo...

Feliz navidad

Pedro Jesús Teruel dijo...

Maite,
¡igualmente!

Jaimemarlow,
después de leer tu comentario, he accedido a tu blog. Dices ahí que lo has abierto para "ordenar ideas". Creo que con tu mensaje me sucede algo parecido: me sirve de mucho.

Dices que si estos versos "no resuenan verdaderamente en nadie" no sirven para nada. Y tienes toda la razón. Los hechos -como los acontecimientos históricos o las declaraciones de principios- existen, pero ejercen su influencia en un radio de acción limitado. Sólo cuando poseen la virtualidad de "tocar" el corazón del ser humano -en un sentido o en otro- se convierten en motores de la Historia. Y aquí es donde la vida de Cristo entronca con la mía.

¿Por qué he escrito que "se aleja el miedo"...? Buena pregunta. Un poema no es un tratado; la comunicación se desarrolla aquí a otro nivel. Constituye también una forma de comunicación consigo mismo. Probablemente lo decía, además de a los otros, a mí. La celebración del Nacimiento coincide este año con un renacer en mi existencia - no un volver a empezar ingenuo o privo de tragedia, sino un renacer, en cierto sentido, desde mi pobreza y mi indigencia.

También hay otra significación en ese "alejarse el miedo". He pasado por muchos miedos existenciales, y el encuentro con Cristo ha sido decisivo para mí. Me ha abierto un horizonte nuevo, luminoso. Nunca podré agradecérselo lo suficiente.

Tú y yo no nos conocemos, es verdad. Pero me voy a tomar una pequeña libertad; espero que me la aceptes. Quisiera decirte que no desesperases, que dejases una puerta abierta. A veces resulta necesario tocar fondo para nacer de nuevo. Tu anhelo de sentido y de plenitud refleja tu humanidad, y no quedará defraudado. Pero es necesario esperar. Permítenos, a los que te hemos conocido a través de internet, esperar contigo.

jaimemarlow dijo...

Me disculpo por el desabrido y un poco ofensivo tono de mi post anterior. De hecho, te pediría que le borraras, pero como te has tomado la molestia de contestarle está mejor que siga ahí.

LLevo bastante siguiendo tu blog, al que llegé buscando la visión católica de la vida. Es muy atrayente, pero no termino de creéremela. ¿Por qué va a haber un dios allá arriba PREOCUPADO por mí? Muy consolador, pero sospechoso. O sospechoso precisamente por ser tan consolador.

En fin, Feliz año nuevo, y suerte con tu nueva existencia. Te seguiré leyendo.

Pedro Jesús Teruel dijo...

Hola, jaimemarlow.

¿Sabes qué? Te escribo en la madrugada del primer día del año. Después de celebrar las horas iniciales de 2010, me he puesto a escribirte. Creo que ya tengo edad de hacer lo que realmente quiero hacer. Y lo que realmente quiero hacer ahora es contestar a tu último mensaje: me parece un modo excelente de emplear el tiempo.

Acepto encantado tus disculpas, aunque no me sentí ofendido en ningún momento. Más bien me has hecho un cumplido que, sinceramente, me supera. Dices que llegaste a mi blog buscando la "visión católica de la vida". ¡Madre mía! Esa expectativa me viene muy grande. No obstante, si algo en mi blog ha servido en esa dirección, me siento muy honrado. Te puedo asegurar que yo no sirvo como ejemplo de nada. Pero estoy muy agradecido por conocer la fe en Cristo, y quisiera vivirla desde mi pobreza y con sencillez.

Dices que esta visión de la vida es "muy atrayente", pero que "no terminas de creértela". Una expresión sucinta, eficaz... y tremendamente certera. La cosmovisión cristiana resulta, por muchos motivos, fascinante; pero eso no basta. Para creérsela se precisa algo más. Mi vivencia al respecto es que ese "algo más" no proviene de una intelección puramente teórica (como puede suceder con un sistema filosófico), sino de una experiencia de vida. Más aún: de una vivencia comunitaria.

La revelación de Cristo al mundo tuvo lugar en un marco de significados -el de la tradición judía- que se sostenía sobre una vivencia colectiva. La vida y la obra de Jesús dieron a todo ello un sentido nuevo; los apóstoles lo experimentaron en una comunidad de vida que poco a poco se fue abriendo al resto del mundo y en la que las promesas del Maestro se fueron realizando. La experiencia del encuentro con Cristo requiere, normalmente, una comunidad. Esto se halla profundamente enraizado en la estructura del ser humano: necesitamos de los otros para crecer y desarrollarnos en plenitud. La esencia del Evangelio -el amor de Dios y el amor a Dios y al prójimo- se encarna de ese modo.

Ahí se desvela la razón de ser de la Iglesia. No se trata primordialmente de una asociación, de una estructura jerárquica o de un grupo de personas con intereses afines. Es una comunidad en la que, a la luz de la tradición cristiana, de las celebraciones litúrgicas y de las relaciones recíprocas, la fe germina. La visión católica de la vida constituye sólo un reflejo, un producto o precipitado de aquella experiencia básica. Por ello, conocer esa cosmovisión no basta; resulta atractiva, pero no tiene porqué enamorar. Lo fundamental es la experiencia viva del encuentro con Cristo. Y está en la misma entraña del Evangelio que esa experiencia tenga lugar en una comunidad de personas.

(Continúa en el siguiente comentario)

Pedro Jesús Teruel dijo...

Dices también otra cosa. Afirmas que la existencia de un Dios que se preocupa por nosotros resulta consoladora, pero sospechosa; más aún: parecería algo sospechoso "precisamente por ser tan consolador". ¡Qué familiar me resulta ese razonamiento! Reconozco que puede llegar a encandilar... pero podemos darnos cuenta de que encubre una falacia. Que algo parezca beneficioso no constituye una prueba a favor de su existencia, pero tampoco en contra. Que pudieran existir medios para prevenir y erradicar la peste bubónica había de ser, sin duda, un pensamiento alentador para los europeos de la baja Edad media - reconfortante, y real: hoy ya no nos acosa ese fantasma. También resulta consolador pensar que alguien nos ama y se preocupa por nosotros; pero ese íntimo consuelo no prejuzga que realmente existan personas que nos aman.

También yo me he dejado guiar, a veces, por la duda que expresas. En el fondo, viene a resultar como decir: "¡Algo tan hermoso no puede ser verdad!" Cuando nos sentimos muy heridos, nos resistimos a creer en una gran felicidad futura. No esperamos nada, y esa barrera nos sirve de protección frente a la posibilidad del desengaño.

Te invito a esperar. Con la paciencia de los naranjos, de los limoneros, de los manzanos. Con la paciencia de la Naturaleza, que sabe atender el momento oportuno. Yo también espero mucho del tiempo que nos aguarda.

Anónimo dijo...

Por casualidad, estoy leyendo los comentarios de "jaimemarlow." y las respuestas de Pedro Jesús. Me han dado qué pensar... (es cierto que no se cómo he venido a parar aquí)
jaimemarlow.: ¿Te das cuenta de que Dios está llamando a tu puerta?
Él se vale de caminos que nosotros no conocemos

JOHAN dijo...

Hola, Pedro Jesús; entraba en tu blog para felicitarte el año (FELIZ 2010, compañero), y me encuentro con tu poema: me ha emocionado muchísimo y te agradezco una galaxia que lo hayas publicado. Ni hablar de la brillantez de la imagen, pero el poema...
Con esto me doy cuenta de que también se pueden escribir los salmos de la nueva era. Muy buen el ritmo, la estructura, pero qué bien el niño durmiendo bajo las estrellas. Emocionante. Gracias otra vez. PD: sin miedo, todo está a nuestro alcance.