jueves, 14 de octubre de 2010

Las dos vidas de Norma
























Norma Jeane Baker tenía dos vidas. En una brillaba halagada por sus fans, acosada por los periodistas, inalcanzable en su lejano ensimismamiento, deseada por medio mundo. En la otra era frágil e insegura, anhelaba ser amada pese a sus defectos, buscaba un puerto siempre inasequible en el horizonte. Desde Niágara hasta Con faldas y a lo loco, en la comedia y en el drama: quizá eran esas dos caras las que de un modo u otro emergían en su mirada de chica jovial y melancólica. En Vidas rebeldes, junto a otras estrellas en declive, el guión de su marido Arthur Miller dejó entrever el secreto.

La traducción al español de sus poemas y fragmentos inéditos confirma la sospecha. Ella, que leía a algunos de los grandes –Dostoievski, Joyce, Flaubert o Beckett–, volcaba su ansia de seguridad y de belleza en una escritura sincera hasta la atrocidad, ingenua hasta hacer daño. Cuando describe su soledad y acaricia la idea del suicidio, cuando expresa la fascinación que siente por las personas y por la hermosura del mundo. Norma Jeane de dos caras, alma escondida tras la niebla, Marilyn por siempre en la memoria.

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En la imagen: "Outside her patio", fotografía publicada por joanneteh_32 (busy and away!). Fuente: flickr.com.

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