Me pregunto si esa manía del director de El país por los sentimientos del entrevistado no responde a un solapado interés psicoanalítico. Como si, dada por hecha la defenestración política de Rodríguez Zapatero en las próximas elecciones generales, el presidente sirviese ahora como individuo de prueba a la hora de analizar los procesos psicológico-políticos de toma de decisiones, de frustración y de reconocimiento (o no) de los propios errores. Rodríguez Zapatero supera con holgura el test y se las apaña para transmitir una sensación de seguridad y equilibrio. Eso sí, a costa de sobrevolar los indicadores económicos, de dejar completamente al margen los desafíos de fondo (como la educación o la solidaridad entre las comunidades autónomas) y de algunos llamativos errores (por ejemplo, cuando afirma de pasada que “no hemos reducido el gasto en educación” [p. 17, cuarta columna], cosa que contrasta llamativamente con el recorte medio del 8,1% presupuestado para 2011 [ver El país 20.10, p. 10]).
Las dinámicas políticas de la postmodernidad se hallan permeadas de sentimientos, de imagen, de lemas, de marketing, de burbujas vistosas y hueras. La campaña mediática de ZP ha brindado un ejemplo a la historia de nuestro país. Entrevistas como ésta me llevan a pensar en lo que habría podido ser y no fue. En las esperanzas que el nuevo gobierno infundió en muchos de los ciudadanos, entre los que yo me contaba, en aquel ya lejano y convulso marzo de 2004. Fueron momentos de desolación y euforia. Hoy, España está siendo escenario de un acelerado proceso de desmantelamiento de una imagen. Quizá por eso no deja de tener su lógica que emerjan ante nosotros los sentimientos del presidente.
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En la imagen: José Luis Rodríguez Zapatero durante un mitin de Ségolène Royal en Toulouse, 19.04.2007. Fotografía de Guillaume Paumier (fuente: flickr.com).
1 comentario:
Me parece obsceno el aire de superioridad moral con el que Moreno entrevista a Zapatero. Y no termino de ver que el presidente salga del brete con demasiada dignidad.
Se me ocurre un sano ejercicio de periodismo: comparar esta última entrevista con alguna anterior a la primera legislatura o de sus inicios. En resumidas cuentas, de cuando el noviazgo Prisa/PSOE estaba en su apogeo.
Yo también me cuento entre los ilusionados de la primera etapa. Y si me apuras de la segunda. Ahora no sé qué pensar. Y mira que llevo tiempo haciéndolo.
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