martes, 12 de febrero de 2013

El Papa desvergonzado

















«¿Cómo no se precisaría un alma grande y poderosísima para soportar tal montón de preocupaciones, sin ahogar en ellas al intelecto y sin permitir que se extinga en el alma la parte divina, cuando son tan diversas las ocupaciones que lo distraen? Bien sé yo que algunos son capaces de esto. Pero también sé que bajo a la ciudad y de la ciudad subo envuelto en cosas que me arrastran hacia lo terreno, cubierto de mancha, no podría decirse en qué medida.»

Era Sinesio de Cirene (370-413) el que así hablaba. Educado en Alejandría, en la escuela de la filósofa pagana Hipatia, Sinesio había abrazado el cristianismo y había sido elegido obispo de su ciudad natal. Envuelto en el declive del Imperio, asistió a la descomposición moral de las instituciones de su época y se enfrentó a ella con inusitado coraje. Combatió a poderosos corruptos –es célebre su excomunión, la primera de la Historia, del sanguinario Andrónico– y mantuvo una entrañable acogida a sus conciudadanos necesitados.

Múltiples frentes se abrieron ante Joseph Ratzinger tras ser elegido Papa el 19 de abril de 2005. A los escándalos de la pederastia se sumaron las tensiones internas a causa de luchas de poder –humanas, demasiado humanas– que en la Iglesia provocan un devastador desgarro: como “pastor rodeado por lobos” le caracterizó L’Osservatore romano. La actitud de Benedicto XVI ha resultado, para algunos, sorprendente en un Papa anciano y volcado al estudio: desde la política de “tolerancia cero” con los abusos hasta la transparencia en las cuentas vaticanas. Y es que «dos son las partes de la filosofía», escribía Sinesio, «contemplación y acción».

«Después del gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido a mí, un sencillo y humilde obrero de la viña del Señor», eran las primeras palabras de Ratzinger al mundo tras ser elegido Papa: «Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con herramientas insuficientes». Haciendo honor a una pulcra coherencia intelectual, anunció ayer su renuncia al Papado. Tal y como afirmara en entrevista a Peter Seewald, «cuando un Papa alcanza la clara conciencia de no estar bien física y espiritualmente para llevar adelante el encargo confiado, entonces tiene el derecho y en algunas circunstancias también el deber de dimitir».

Ante tantos frentes –la invasión de los bárbaros, las tropelías de los corruptos, la pacificación de conflictos internos–, la salud de Sinesio de Cirene se fue erosionando con rapidez. Murió apenas tres años después de asumir el episcopado. «Pero, como Dios me impuso no lo que yo le pedía, sino lo que él deseaba, le ruego que, siendo como ha sido el pastor de mi vida, sea también patrono de este deber que se me ha asignado, de tal forma que mi tarea no parezca un distanciamiento de la filosofía, sino un encumbramiento hacia ella»: así había puesto por escrito las reflexiones que le llevaron a aceptar el episcopado.

Sin fuerzas ya para afrontar los retos de un servicio tan exigente, Joseph Ratzinger sube de la ciudad. Sube de las ciudades: la nacida del amor de Dios y la que brota del amor de sí, que conviven, inextricablemente unidas, a la luz sublime del Evangelio. Lo hace sin temor a franquear sendas inexploradas. Ha demostrado respetar muy poco los estereotipos: una sana desvergüenza que se halla en la raíz de las renovaciones. Grüß Gott, querido Joseph. 

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Artículo propio publicado en el diario Información, edición de Elx /Baix Vinalopó, 12/02/2013, p. 48. En la imagen: despedida del Papa en Ifema, Madrid, 21/08/2011, por Madrid2011jmj (fuente: flickr.com).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y no podía ser de otra manera.¿Sorpresa?Ninguna.Al ser hija de lorquina que ostenta deber y devoción de Imagen Religiosa.Hay que saber llegar, saber estar y saber marcharse, así me lo han enseñado siempre(a los que nos han educado con ciertos principios, me gusta pensar que jugamos con ventaja).Persona instruida, culta y lógica, es decir, capacitada para razonar,no podía obrar de otra manera.El resto de los mortales solemos estropear alguno de esos tres momentos e incluso los tres, pero no todos estamos a la altura de ciertas personas.Espero, que este gesto, sea el germen y el ejemplo a seguir para todas las instuciones,ya sean laicas y/o reliosas.No olvidemos que nosotros,los humanos,solo estamos de paso y que solo la excelencia de algunas personas permanece eternamente.
A Bendicto XVI, desearle que regrese a la felicidad que le reportan sus libros,estudios y Bibliotecas.Ahora si tengo un Papa favorito y es Benedicto XVI.Con todo mi afecto, paz a este hombre de buena voluntad.