sábado, 25 de mayo de 2013

Palabras que siempre quisimos escribir

A la vista de las estadísticas sobre la salud de los compromisos, la fidelidad no está de moda. No en la geoestrategia mundial, ni en los partidos políticos o el modus operandi de los bancos; tampoco en los matrimonios, las relaciones familiares o los grupos de amigos; ni siquiera en la lealtad a las propias creencias, éticas o religiosas, y a sus exigencias prácticas. «Yo soy infiel», cantaba uno de los grupos de mi adolescencia, «y lo sabes muy bien». Nuestra sociedad es muy consciente de sus pequeñas y grandes mezquindades; de ahí su cinismo, a veces insoportable.

‘Fidelidad’ proviene de ‘fides’, ‘fe’. El fiel es el que cree y, por eso, es digno de confianza y presta su confianza a los demás (da fe de ellos). Sólo quien cree en los otros, en sus posibilidades de crecer y mejorar, puede ser digno de confianza; y es que no ha renunciado a depositar su esperanza en la realidad. Quien deja de creer en lo porvenir no es digno de confianza, porque no tiene compromiso moral con un futuro del que desespera. Cuando el fiel da fe de los demás reaviva lo mejor que se cela en ellos y puede contribuir a su despliegue. Por eso el fiel siembra fidelidades, de igual manera que el mártir –el que muere en aras de su compromiso con la verdad– es semilla de nuevos fieles.  

La fe genera esperanza; el amor es la actualización práctica de esa esperanza. Esas tres virtudes constituyen el asiento sobre el que construir una civilización fraterna y abierta a la transformación progresista del mundo. Hoy las necesitamos más que nunca. En nuestro país campan a sus anchas el escepticismo, la decepción, el arribismo individualista; crece una sordidez que traduce los presagios más sombríos de la posmodernidad.

La renovación que precisa nuestra cultura no se halla fuera de nosotros, sino en el anhelo más profundo de nuestro ser íntegro y libre; que no busca el destino del defraudado y solo, sino la apertura vital y el derroche de confianza. Fe, esperanza y caridad son las palabras que la Humanidad lleva inscritas, como un tatuaje, en la piel de la Historia: las que siempre quisimos escribir.  

__________
Artículo propio publicado en el diario Información, edición Elche / Baix Vinalopó (14/04/2013, p. 33). En la imagen: "A magic notebook", por Marta... maduixaaaa (fuente: flickr.com). 

1 comentario:

Javier Muñoz Pellín dijo...

Excelente reflexión: sólo el amor es digno de fe.