miércoles, 17 de julio de 2013

Enhebrar la aguja












El hilo de la vida se enhebra en su preciso lugar. Después da mil vueltas, se enreda y deslía; en ocasiones se anuda a otras vidas y se prodiga en nuevas madejas que se devanarán en urdimbres inéditas. Y así vamos tejiendo la trama de la vida, como quien hace punto sin cansarse. 

Nos dejó hace hoy dos semanas; nos despedimos de ella a la mañana siguiente. En mi memoria revivía el año que pasé en su casa, junto con su esposo, hospedado durante aquel curso (1991-1992) en que estudié en Murcia. Estar con ellos, beneficiarme de su generosidad y de las vivencias que la circundaron, anudar mi vida a la suya fue algo muy hermoso que duplica mi gratitud. 

Y es que hoy todos nos sentimos agradecidos: por haber asistido al devanarse de su existencia individual y común; por haber podido formar parte de esa trama que sigue tejiéndose de manera maravillosa en sus hijas, sus yernos, sus nietos y biznietos. Ahora que vuestras vidas se han enhebrado en la eternidad, os saludamos con admiración y añoranza: por siempre vuestros, Amador y Carmen. 

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En la imagen: detalle de "La encajera", de Johannes Vermeer ("De kantwerkster", Museo del Louvre, París).

3 comentarios:

Carmen dijo...

Gracias Pedro Jesus por tu reflexión compartida. Me siento muy privilegiada por todo lo que me han dado, por ser fruto de su amor, por lo que de ellos he aprendido.Quiero vivir siempre con y en su presencia.Fueron grandes personas y sobre todo se quisieron y nos quisieron mucho. Tesoros que guardo en mi corazón y ejemplos de vida.

Guillermo A. Fontes dijo...

Primo, has encontrado las palabras que creo que mejor la defifinieron y las has enhebrado de tal manera que me han llegado al corazon.
Tan unida estaba su vida al punto y la lana, que era inconcebible una Carmen sin sus eneseres costuraeros... Tanto es asi, que el pasado martes diá 16 y santo de mi querida abuela, navegue hasta el cabo que alberga el santuario sumergido de la virgen que lleva su nombre. Donde en nombre de todo aquel que la amaba, ofreci a la virgen y al mar un pareja de agujas de punto, las cuales tras perderse en la oscuridad del las profundidades tengo por seguro que llegaron a sus manos. Y desde donde este seguira tejiendo el manto que nos abrigue, cobije y resguarde hasta que nos llamen a su lado.
Abuelos, gracias por todo lo que habeis sido, gracias por todo lo que nos habeis ofrecido y gracias por habernos tejido entre vuestras vidas.

Guillermo Amador Fontes Granados

Anónimo dijo...

Querido Guillermo: no había leído tu comentario, me ha emocionado tanto, que siento la necesidad de decirte que eres merecedor de los abuelos que tuviste.
Quizá fui yo la primera en beneficiarse de los primores de las agujas de Carmen. Me hacía los vestidos, chaquetitas, etc,... y me peinaba... yo, su hermana pequeña...
Me he sentido tan querida por mi familia, que no alcanzo a dar las gracias que debo al Señor.
Ten por seguro que, con esas agujas que tú dejaste en el mar, Dios seguirá tejiendo una historia maravillosa para todos los que formamos parte de la madeja que Él empezó un día a tejer.