lunes, 16 de febrero de 2015

Deshonor universitario


























Desde sus inicios, la Universidad ha enarbolado como bandera la producción y difusión del conocimiento al más alto nivel. Lo que en ella se hace tiene una insoslayable vocación pública. En nuestros días, eso se ha traducido en procesos de transparencia en la gestión y de publicidad en el acceso a los resultados científicos, procesos supervisados por las propias instituciones y por agencias externas de calidad. Todo ello afecta, de manera muy señalada, a las tesis doctorales: son resultados de una investigación, larga y ardua, que nace para ser comunicada; y esto, con la única excepción de las tesis que entrañan patentes y que por este motivo se blindan con acceso restringido.

Por todo ello, lo sucedido con la tesis doctoral de Francisco Camps, presentada en la Universidad Miguel Hernández (Elche, 10/02/2012), raya en lo inaudito. Bajo el título “Propuestas para la reforma del sistema electoral”, dicha tesis no puede acogerse, en buena lógica, al acceso restringido. Sin embargo, su autor vetó explícitamente cualquier tipo de consulta: no puede ser leída ni siquiera por otros investigadores que se personen en la biblioteca donde está depositada. Es secreta.

El veto ha resultado notorio a raíz de la intención de un profesor de Filosofía del Derecho –Jorge Urdánoz, de la Universidad Pública de Navarra– de consultar la tesis de Camps con vistas a su propia investigación. Yo mismo he podido corroborarlo a través del registro bibliográfico publicado en la web de la UMH, en el que se indica que “no se permitirá la consulta ni la reproducción del texto, por ningún medio, ni total ni parcialmente”. El diario El país lo ha dado a conocer en una documentada crónica (02/02/2015) que recoge declaraciones de la directora de la biblioteca, Encarna Rodríguez (“no se puede consultar ni prestar por deseo del autor”), y del propio Camps, que afirma desconocer esa circunstancia (“es la primera información que tengo”). En esa misma crónica, Alfred Giner, jefe de Postgrado de la Universitat de València, subraya el carácter público de las tesis doctorales y la inviabilidad del blindaje voluntario.

El hecho no es baladí. Desvela aberrantes entresijos de poder que pervierten algo tan sagrado en el mundo académico como el acceso a las investigaciones distinguidas con el rango de tesis doctoral – distinción avalada, por otra parte, por la firma de las más altas autoridades del Estado. Resulta aún más hiriente cuando se trata de una persona que ocupó un relevante cargo institucional (presidente de la Generalitat valenciana) y que sigue ocupándolo (miembro nato del Consejo Jurídico Consultivo de la Comunitat). El desdoro salpica a otra Universidad, la Católica de Valencia. Camps ha participado ahí en distintos programas relacionados con la formación pre- y postdoctoral. Este año forma parte del claustro de profesores responsables de un postgrado en legislación marítima, amén de dirigir el seminario permanente “Grandes temas de actualidad”.

La UMH y la UCV son Universidades en las que trabajan académicos de reconocida valía. De algunos de ellos, colegas y amigos, he podido conocer en primera persona el interés de sus aportaciones científicas. El vergonzoso veto impuesto por Camps a su tesis, consentido por las autoridades de la UMH y no repudiado por las de la UCV, arroja una sombra (más) de sospecha sobre el ya erosionado Partido Popular y constituye un deshonor para las Universidades implicadas. No sólo para ellas: es un insulto a los jóvenes investigadores que se comprometen, en buena ley, a exponer al juicio de la comunidad académica los resultados de estudios en los que invierten años de empeño. Algo que tanto aquella formación política como esas Universidades harían bien en tomar en cuenta. Todos nos equivocamos. Pero una cosa es cometer errores y otra, más grave, empecinarse en ellos.

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Artículo propio publicado en el diario Levante de Valencia (10/02/2015). En la imagen: Pitágoras, según recreación realizada por José de Ribera en torno a 1630 (Museu de Belles Arts, Valencia).


1 comentario:

DIEGO dijo...

Tras leer tu publicación, Pedro, varias palabras me vienen al pensamiento: círculos de poder, élites, comportamientos aristocráticos, ego, convivencia con la mentira..., para mí no es sino una cuestión moral, que como sabemos es la disciplina humana más complicada.
El problema no es que se produzca, porque eso es inevitable, ya que el corazón del hombre se corrompe con facilidad, sino que se impida a la luz brillar.
Los que se escandalizan ante estos acontecimientos no conocen el corazón humano, no conocen su corazón, tampoco la libertad y la posibilidad de corrupción de la estructura vital que nos anima.
La solución pasa, efectivamente, por denunciar el hecho, como tú has hecho, por instar a la corrección del error, como tú has apuntado; pero también por formar a esta generación en esa disciplina tan exigente y vital.
A estas alturas del comentario es cuando "se abre la caja de Pandora" y comienza la polémica sobre los contenidos..., y es que no logramos apartar la idolatría de la ideología y pensar como personas en el sentido más estricto del término; y lo que es más triste, ni nos ponemos de acuerdo sobre este concepto que elegiste como título de tu blog.
Cada sociedad debe encontrar su consenso, su punto de encuentro, para permanecer y prosperar; además debe enseñarlo, trasmitirlo, defenderlo, conquistarlo y reconquistarlo..., porque el corazón del hombre se corrompe con facilidad y porque la iniquidad siempre tiene sus fieles colaboradores.
Pero, ¿dónde se encuentra ese consenso? ¿Quién cree en él y lo respeta, lo trasmite y lo enseña? (¿relativismo, subjetividad, materialismo, pérdida de ideales…, no quiero entrar en estos temas que hemos tratado tantas veces).
Los acontecimientos que observamos a nuestro alrededor nos muestran un momento histórico de cambio y de deconstrucción.
La enseñanza de la historia nos pone sobre aviso de los signos que acompañan los finales de etapas o periodos históricos.
Entre apocalípticos e integrados no se mueve este comentario, pienso que debemos alcanzar el análisis certero y responsable..., y no eludir el papel que se nos reclama y reclamará. ¿Estamos preparados para asumirlo o nos hemos domesticado tanto que ya no queda hueco para el heroísmo y la valentía?
No perdamos de vista la Historia y los grandes sacrificios que exigió a sus protagonistas…
La corrupción en España se está utilizando como instrumento mediático para acusaciones entre partidos y para la catarsis colectiva de una sociedad que está atravesando las precariedades de la crisis económica, cuyo origen moral no parece discutible. La tesis que parece explicar tal panorama no dista mucho de lo expuesto anteriormente y puede servir de cierre a este comentario: se ha creído que la disociación entre lo privado y lo público no tenía consecuencias (modestamente pienso que las tiene y que no son las deseadas). Saludos y hasta pronto.