Un espacio de resistencia: así consideran a la Universidad Donald Trump y los suyos. He aquí por qué pretenden ahogar a la rebelde Harvard denegando el acceso a los extranjeros o recortando sus fondos públicos. Trump ha logrado récords. Después de culpar a los gobiernos precedentes del pretendido declive de los Estados Unidos, sus falsedades, decisiones y omisiones han hundido la economía hasta niveles pandémicos; han generado una inseguridad social nunca vista desde la caza de brujas; han producido una desconfianza inédita entre los países aliados; han respaldado el bárbaro ataque de Vladimir Putin a Ucrania y al genocidio que Benyamin Netanjahu está llevando a cabo en Gaza.
La embestida a la Universidad reaviva una lucha secular entre civilización y barbarie. Para el tirano, el conocimiento encierra un peligro: acrece el poder de aquellos a los que quiere someter. Por ello hay que desprestigiar a la Universidad, como antes hubo que lanzar fango sobre la credibilidad de los medios de comunicación. A cambio, convienen redes sociales de amigos oligarcas, como Elon Musk; ya hemos podido darnos cuenta de hasta qué punto se trataba de amistad por conveniencia.
Con la DANA, Carlos Mazón se ha revelado como aprendiz de Trump. Ha culpado a otros: los técnicos, el gobierno actual, los anteriores. Se ha manifestado por elecciones anticipadas; él, que no se ha movido un ápice tras la manifestación más numerosa en la historia de la ciudad de Valencia. Y ha menospreciado el conocimiento, ya el mismo 29 de octubre. Mientras el jefe de la AEMET en Valencia, José Ángel Núñez, reiteraba con datos fehacientes el peligro a las puertas, Mazón afirmaba a mediodía que la DANA iba a virar hacia Cuenca. Mientras la rectora de la Universidad de Valencia, junto con el comité de emergencias, había decretado cerrar los campus a las 21:00 h. de la víspera, él lo tildaba de exagerado antes de irse a comer. Mientras a las 15 h. el servicio de meteorología de À Punt, dirigido por Victoria Rosselló, pedía a los telespectadores que no saliesen de casa, la alarma del Centro de Coordinación no llegaba hasta las 20:11 h.
La decisión de Mavi Mestre y de su comité disminuyó el caos y quién sabe cuántas muertes evitó. Los equipos de Núñez y Rosselló no lograron la influencia necesaria: cuál no sería su angustia al darse cuenta de que no les escuchaban. Ni la ciencia ni la Universidad ni los medios de comunicación fueron tenidos en cuenta.
En el trasfondo, la lucha por el poder. Perderlo resulta arriesgado cuando se tienen causas judiciales. Por ello, autócratas como Vladimir Putin, Benyamin Netanjahu y Donald Trump se aferran a él con uñas y dientes. Harían bien Carlos Mazón y su gobierno en dejar la Generalitat en un gesto digno de la honorabilidad del cargo. Y, sin embargo, no se trata sólo de dirigentes: hay élites que menosprecian la democracia. Todos ellos se encontrarán delante la Universidad, donde se promueve la libertad fundamentada en el conocimiento. En una cosa tienen razón: es un espacio de resistencia.
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