miércoles, 2 de enero de 2008

Fin de año en Madrid


- Creo que Dios se enfada si pasas ante el color púrpura en el campo sin fijarte en él.
- ¿Quieres decir que hay que amar a todo como dice la Biblia?
- Sí Celie, todo quiere ser amado.


Vuelvo a Murcia en el Talgo, después de pasar un hermoso día con amigos en Madrid. Durante el viaje almuerzo un sándwich en el vagón-cafetería y leo la prensa. Los periódicos dedican sus portadas a la fiesta de la familia celebrada en la madrileña plaza de Colón. Cada diario aporta su particular coloratura, en una sana pluralidad informativa. Sin embargo, la versión de El país me parece chirriante. Se prodiga en encasillamientos ideológicos que en poco o en nada contribuyen a que el lector entienda lo que allí sucedió; por otra parte, en su editorial critica que aquella concentración tuviera un carácter “político”, como si eso añadiese un matiz vergonzante al asunto (¡qué necesario es que nos ocupemos de la polis, que nos preocupemos de las condiciones que posibilitan la convivencia!). Mención especial merece el tratamiento gráfico. El mundo o Abc reproducen numerosas imágenes que recogen lo que esa mañana vimos en Colón, en la Castellana, Recoletos y aledaños: familias, familias y más familias con sus hijos, caminando, orando, celebrando. En cambio, El país opta por tres fotografías: una, en tonos sombríos, con una panorámica de la plaza; las otras dos, desangeladas imágenes de grupos de obispos en hilera. Ningún plano próximo a los protagonistas del acontecimiento, como si el hecho de que miles de familias se hubiesen desplazado a Madrid desde tantos puntos de la geografía española no tuviese relevancia ni suscitase interrogantes; como si aquella mañana no hubiese sido un colorista maremágnum de jóvenes y adultos en fiesta. El periodismo nos ha de ayudar a entender qué pasa y por qué pasa; ejercido responsable e inteligentemente, posee un gran poder formativo, ayuda a construir la persona y la convivencia. Construido sobre la base de consignas acríticas y del desprecio de lo ajeno, deforma la visión del mundo y destruye. Que 2008 nos traiga consigo una mirada limpia, edificante.

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En la imagen: fotograma de El color púrpura, de Steven Spielberg (EEUU, 1985).

2 comentarios:

Ángel dijo...

Sí, pero yo sigo albergando serias dudas sobre el hecho de que Dios se enfade cuando uno pasa por el campo y no se fija en el color púrpura.

Si se tratara de otro color, quizá.

Creo que Von Balthasar tiene escrito algo al respecto.

Anónimo dijo...

Viva la gente que sabe pensar ¡ya me gustaría verte en un "mano a mano" con Pepiño, pero ¿que digo? eso sería rebajarse mucho.
Que me pidan a mi el vídeo que hice y verán cuán equivocados están.
¿Quién soy?