jueves, 5 de marzo de 2009

Una chica de nuestra ciudad



El comité de expertos creado por el Ministerio de Igualdad para debatir la modificación de la ley del aborto ha presentado hoy sus conclusiones. Propone que se legalice la interrupción voluntaria del embarazo –sin justificación alguna– hasta las 14 semanas (22 en caso de anomalía o riesgo para la salud), así como la prestación a chicas a partir de 16 años sin información ni consentimiento de los padres. Por otra parte, se debería sacar el aborto del Código penal – es decir, informa El país, que “en ningún caso las mujeres podrán ser castigadas con penas de prisión por abortar”. En otras ocasiones he tratado aquí la cuestión de fondo.

Todo esto me ha recordado una anécdota. Fue la pasada noche de Navidad. Como todos los días 25 a las nueve, un grupo de ciudadanos se había congregado frente al establecimiento abortivo situado en el barrio de San Diego (Lorca). Puesto que yo pasaba esos días en mi ciudad natal, con mis padres, pude asistir a la concentración.

Tres chicas se incorporaron al grupo y se situaron junto a mí. Una de ellas me preguntó en voz baja qué estábamos haciendo. Les conté que nos reuníamos para rezar por los seres abortados y por sus madres. La chica que hacía las veces de portavoz –tendría en torno a quince años– repuso con desparpajo que no eran seres humanos, sino fetos. Le dije que según la biología esos seres, dotados de ADN, se encuentran en la fase inicial de la vida de una persona. Es más –le pregunté a mi interlocutora–, ¿qué hubiera sucedido si tus padres hubiesen pensado como tú ahora? ¿Qué habría pasado contigo...?

- Bueno...–dudó por un momento–, yo no hubiera sentido nada.

Quien no vive, claro está, no padece dolor alguno (cuando yo estoy, no está la muerte; cuando está la muerte, yo no estoy: Epicuro dixit). Pero ¿es eso todo? ¿Realmente sabemos lo que significa nuestra ausencia eterna? Hay una película que ilustra lo que puede suponer para el mundo la ausencia de una persona: Qué bello es vivir, de Frank Capra. Cada uno de los seres humanos es un don insustituible para los otros.

Según datos publicados el pasado 2 de diciembre, el número de abortos en España ascendió a 112.138 en 2007. Estas cifras ocultan un abismo. El abismo de miles y miles de mujeres que se someten a intervenciones que las marcarán con graves daños psicológicos (síndrome post aborto). El abismo de madres que eliminan a sus hijos ante la soledad propia o la presión del entorno. El precipicio de la ignorancia de jóvenes a las que una información falsa e interesada ha convencido de la inanidad de esa acción.

¿Somos conscientes de la enorme gravedad del proceso que está en marcha? ¿Qué hacemos para evitar esta tragedia social? ¿Realmente nos importa? ¿Estamos ayudando a nuestros adolescentes a comprender que cada ser humano es un don para el mundo...? De la respuesta a estas preguntas no depende sólo el futuro: también nuestro presente.

__________
En la imagen: “Distant Sun”, por Visualpanic (fuente: www.flickr.com).

8 comentarios:

lola dijo...

Pienso como tu y le pido a Dios que te siga dando de su Espíritu que es el que da el discernimiento.
¿Cuantos de los que no dejan nacer podrían haber pensado como tú?
Que el DIOS DE LA VIDA perdone a lo que promueven el aborto y ayude a las mujeres que se dejan engañar y después sufren las consecuencias.

Anónimo dijo...

la verdad....no se que comentar..lo he leido como unas 10 veces...sin saber que decir...siento verguenza..y a veces hasta miedo y ganas de cambiar mi vida por ese feto que sin pudor tiraron a la basura...mi vida cambio por completo pero la de ella..no es ni comparable...hacemos como si no pasara nada como si aquello jamas hubiera pasado...vamos por la calle y vemos mujeres embarazadas..un ecaparate con ropa de bebe...cuando piensas que se olvida..haí esta otra vez...no se si dios sera capaz de perdonar... el castigo durara toda la vida??

Pedro Jesús Teruel dijo...

Querido Anónimo, el perdón existe. No te quepa la menor duda: el amor incluye la joya impagable del perdón - y, en el caso de Dios, un perdón infinito, que borra el recuerdo de la culpa. Lo cierto es que, a veces, lo más complicado es perdonarnos a nosotros mismos. Si puedo ayudarte en algo, no dudes en escribirme (pjteruel@universia.es). Recibe un abrazo.

Anónimo dijo...

Estimado don Pedro:

Lo más repugnante de todo esto es la intención que se esconde tras la ley. Ésta no es otra que seguir dinamitando los vínculos familiares. Estalinismo en estado puro: nos quieren arrebatar la inocencia de nuestros hijos para formarlos en el credo estatal. "Tú eres libre, no necesitas el permiso de tus padres, ven con "papá" Estado, que nadie mejor que él te cuidará". Abortar, además, es un pecado para los cristianos, pues supone un asesinato (el más vil de todos ya que se comete contra la víctima más vulnerable). Así que tan alegres nuestros políticos satánicos: secuestran a nuestros hijos, les lavan el cerebro y los inducen a pecar ante Dios.

Dudo mucho que el hombre bueno tenga ideología y mucho menos eso que llaman "valores políticos", pero que haya alguno equivocado en ese mundo, puede ser, pero socialista también... no. Ser socialista hoy en España es ser un tipo despreciable.

Y lamento ocultar mi identidad esta vez, pero el que dice la verdad en este país se la juega.

Un saludo y Viva Cristo Rey.

Anónimo dijo...

Duele e indigna a partes iguales la frivolidad y ligereza con la que se trata hoy en día temas como éste.

Y duele aún más ver cómo se intenta acallar las voces que se oponen a este genocidio.

El único argumento que emplean los que apoyan la ampliación de la ley del aborto es "el derecho de la mujer a decidir sobre sí misma y sobre su cuerpo".

Pero el mismo argumento es una contradicción, ya que millones de mujeres no llegarán a nacer y a "decidir ni sobre sí mismas", "ni sobre su cuerpo", ni sobre nada. Jamás verán la luz del sol, porque sus madres, han decidido "sobre sí mismas y sobre su cuerpo". Han decidido matarlas cruelmente, para quitarse un problema de encima. Han decidido cerrar los ojos y fingir que nunca pasó nada.

Es demasiado triste porque son mujeres- niñas que piensan que vivirán felices por siempre ahora que no han "arruinado" su vida y eso que estuvieron a punto de hacerlo. Ignoran que el vacío que les quede no les dejará vivir plenamente.

Anónimo dijo...

Como mi indignación es tan grande tras leer esta entrada, y, sobre todo, tras leer los comentarios, no me siento capaz de expresarme sin ser vulgar y grosera. Por ello voy a citar un artículo que leí en El País digital, pues creo que explica bien la realidad del asunto, y no deja cabos sueltos que puedan ser rebatidos por aquellos que se proclaman "pro-vida" y que atentan contra el derecho de la mujer a decidir libremente.
"La campaña episcopal se basa en el burdo sofisma de confundir un embrión (o incluso una célula madre) con un hombre. Por eso dicen que abortar es matar a un hombre, cometer un homicidio. El aborto está permitido y liberalizado en Estados Unidos, Francia, Italia, Portugal, Japón, India, China y en tantos otros países en los que el homicidio está prohibido. ¿Será verdad que todos ellos caen en la flagrante contradicción de prohibir y permitir al mismo tiempo el homicidio, como pretenden los agitadores religiosos, o será más bien que el aborto no tiene nada que ver con el homicidio? De hecho, el único motivo para prohibir el aborto es el fundamentalismo religioso. Ninguna otra razón moral, médica, filosófica ni política avala tal proscripción. Donde la Iglesia católica (o el islamismo) no es prepotente y dominante, el aborto está permitido, al menos durante las primeras semanas (14, de promedio).

Una bellota no es un roble. Los cerdos de Jabugo se alimentan de bellotas, no de robles. Y un cajón de bellotas no constituye un robledo. Un roble es un árbol, mientras que una bellota no es un árbol, sino sólo una semilla. Por eso la prohibición de talar los robles no implica la prohibición de recoger sus frutos. Entre el zigoto originario, la bellota y el roble hay una continuidad genealógica celular: la bellota y el roble se han formado mediante sucesivas divisiones celulares (por mitosis) a partir del mismo zigoto. El zigoto, la bellota y el roble constituyen distintas etapas de un mismo organismo. Es lo que Aristóteles expresaba diciendo que la bellota no es un roble de verdad, un roble en acto, sino sólo un roble en potencia, algo que, sin ser un roble, podría llegar a serlo. Una oruga no es una mariposa. Una oruga se arrastra por el suelo, come hojas, carece de alas, no se parece nada a una mariposa ni tiene las propiedades típicas de las mariposas. Incluso hay a quien le encantan las mariposas, pero le dan asco las orugas. Sin embargo, una oruga es una mariposa en potencia.

Cuando el espermatozoide de un hombre fecunda el óvulo maduro de una mujer y los núcleos haploides de ambos gametos se funden para formar un nuevo núcleo diploide, se forma un zigoto que (en circunstancias favorables) puede convertirse en el inicio de un linaje celular humano, de un organismo que pasa por sus diversas etapas de mórula, blástula, embrión, feto y, finalmente, hombre o mujer en acto. Aunque estadios de un desarrollo orgánico sucesivo, el zigoto no es una blástula, y el embrión no es un hombre. Un embrión es un conglomerado celular del tamaño y peso de un renacuajo o una bellota, que vive en un medio líquido y es incapaz por sí mismo de ingerir alimentos, respirar o excretar -no digamos ya de sentir o pensar-, por lo que sólo pervive como parásito interno de su madre, a través de cuyo sistema sanguíneo come, respira y excreta. Este parásito encierra la potencialidad de desarrollarse durante meses hasta llegar a convertirse en un hombre. Es un milagro maravilloso, y la mujer en cuyo seno se produzca puede sentirse realizada y satisfecha. Pero en definitiva es a ella a quien corresponde decidir si es el momento oportuno para realizar milagros en su vientre.

El niño es un anciano en potencia, pero un niño no tiene derecho a la jubilación. Un hombre vivo es un cadáver en potencia, pero no es lo mismo enterrar a un hombre vivo que a un cadáver. A los vegetarianos, a los que les está prohibido comer carne, se les permite comer huevos, porque los huevos no son gallinas, aunque tengan la potencialidad de llegar a serlas. Un embrión no es un hombre, y por tanto eliminar un embrión no es matar a un hombre. El aborto no es un homicidio. Y el uso de células madre en la investigación, tampoco.

Otra falacia consiste en decir que, si los padres de Beethoven hubieran abortado, no habría habido Quinta Sinfonía, y si nuestros padres hubieran abortado el embrión del que surgimos, ahora no existiríamos. Pero si los padres de Beethoven y los nuestros hubieran sido castos, tampoco habría Quinta Sinfonía y tampoco existiríamos nosotros. Si esto es un argumento para prohibir el aborto, también lo es para prohibir la castidad. Pero tanta prohibición supongo que resultaría excesiva incluso para la Iglesia católica."
(Fragmento del artículo de Jesús Mosterín, entero aquí: http://www.elpais.com/articulo/opinion/Obispos/aborto/castidad/elpepiopi/20090324elpepiopi_11/Tes )

Un saludo.
Manuela

Pedro Jesús Teruel dijo...

¡Estimada Manuela!

Tras publicar su mensaje, he querido exponerle varias reflexiones. El resultado ha sido tan largo que he preferido publicarlo como una nueva entrada (http://blogpjteruel.blogspot.com/2009/04/carta-abierta-manuela-mosterin-aborto.html). ¡Reciba un afectuoso saludo!

Anónimo dijo...

Me he perdido muchísimo.Renacuajo, bellota, y lo que es mejor PARASITO.¿Cómo se puede establecer similitudes entre cualquier especie, bien sea del reino animal o vegetal, con el ser humano?Probablemente sea porque nos hemos rebajado tanto que se nos ha olvidado que somos la obra cumbre de la naturaleza. Jamás he sido un PARASITO en el vientre de mi madre, y mis hermanos tampoco.
Si el argumento es rebajarnos como especie, mal andamos.
Si el argumento es nosotras parimos nosotras decidimos, nunca se ha quedado una mujer embarazada sin la participacion de un hombre en el proceso,así que, el también decide.El error es confundir al padre con esperma, otra vez se vuelve a rebajar a la especie humana.Yo tengo la suerte de tener en muy alta estima a mi padre.Otro error es confundir a la madre con un ovulo, y yo tengo en muy alta estima a mi madre.Y por supuesto, ni soy una bellota ni tengo aspiración alguna a ser algún dia un roble.Seamos serios.